Solarpunk #2 - Malice in Wasteland
Hola, compitas, ¿cómo están? Les escribe Claudio, co-creador de la dream machine.
La semana pasada no hubo newsletter porque estuve de jueves a lunes en Balter, un festival de música y artes en el sur de Gales. Es el segundo festival al que voy en mi vida, y el primero al que voy como “artista” con un stand de pinturas en vivo del que les contaré en otro momento.
Fue una experiencia como ninguna. Por el lugar –un hipódromo transformado en campamento base para +10 escenario y miles de personas, rodeado de árboles adonde miraras–, la música –algunos sets eran horas a más de 200BPM–, el último mosh, lxs amigxs con lxs que fui, lxs nuevxs que conocí, los otros puestos y la inspiración.
Entre los puestos, había uno llamado “Malice in Wasteland”, un jardín de 40 x 40 metros diseñado por un colectivo de artistas Solarpunk.
Para esta edición entrevisté a tres miembros. Cat, quien me recibió, Electric Chesha, la guerrera de carbono del colectivo, y Connor, artista y activista por el medio ambiente de larga data.
En tres palabras, “Solarpunk” para Cat es sustentabilidad, esperanza y futuro. Reciclar, reutilizar y reducir, para Electric Chesha. Y para Connor, sustentabilidad, permacultura y upcycle –otra estrategia para reciclar.
Nos vemos al final!
Solarpunk?!
Tres newsletters atrás escribí una pequeña introducción a este movimiento, un subgénero de la ciencia ficción que, de a poco, ha sido adoptado por muchísimos proyectos en el panorama web3.
Una de las descripciones que incluí, y la que me gusta más, fue la de Jay Springett, escritor y activista:
Solarpunk es un movimiento de ficción especulativa, arte, moda y activismo que trata de responder y encarnar la pregunta “¿cómo se vería una civilización sostenible y cómo podemos llegar a ella?” La estética solarpunk fusiona lo práctico con lo bello, lo bien diseñado con lo verde y salvaje, lo brillante y colorido con lo terrenal y sólido. El solarpunk puede ser utópico, simplemente optimista, o preocuparse por las luchas en el camino hacia un mundo mejor, pero nunca distópico. Mientras nuestro mundo se agita con la calamidad, necesitamos soluciones, no advertencias. Soluciones para vivir cómodamente sin combustibles fósiles, para gestionar equitativamente la escasez y compartir la abundancia, para ser más amables entre nosotros y con el planeta que compartimos. Es a la vez una visión del futuro, una provocación reflexiva y un estilo de vida alcanzable".
La conjugué con la definición de Miss Olivia Louise y la de Adam Flynn, y cerré esa edición llevando el concepto hacia la web3 tomando una presentación que hicieron Scott Moore y Alisha.eth en Crypto, Culture & Society “Solarpunk! Reimagining Public Goods in the Age of Ethereum”.
Me atrevería a decir que esa fue la edición con mejor respuesta. Desde Espacio Cripto nos propusieron escribir algo solarpunk para su newsletter, y en UPF Coin jugamos con la idea de hacer una presentación sobre Solarpunk para su comunidad. Pero yo siempre quedé con la espina clavada de que el texto era muy teórico, que le lloraban entrevistas y experiencias IRL –in real life, como gustan en la web3.
El stand de Malice in Wasteland, colectivo que organiza “sesiones de dibujo teatrales en vivo con el objetivo de difuminar los límites entre el dibujo y las artes escénicas”, apareció con un timing impecable.
Jardín de Malice in Wasteland
En la entrada me recibió Cat, mujer de 30 o 40 años, melena rubia hasta los hombros, una máscara de polvos metálicos acentuándole los ojos azules y un collar de hojas verdes y abundantes sobre el pecho. Cuando me acerqué, lo primero que hizo fue ofrecerme lápices y una hoja en blanco para sumarme al “Solarpunk Life Drawing”, una sesión de hora y media para dibujar futuros posibles entre lienzos, instalaciones y performances solarpunk.
Uno de los lienzos era una pintura de diez plantas “salvajes” comestibles. Título: “Food for Free”! Otro, una pintura de siete hongos “salvajes” comestibles. Otro, la frase “Guerilla Gardeners Unite!”.
Una de las instalaciones era un molino de viento con plantas y maseteros colgando por toda la estructura. Una alusión a la energía eólica como alternativa verde y renovable. Otra, un plancha metálica de diez metros de largo por dos de alto cubierta de tubos, bidones, botellas, plásticos, neumáticos de bicicleta y hojas, todo interconectado y pintado en distintos verdes. Una alusión a una tecnología muy nueva, me cuenta Cat: un sistema que transforma la fotosíntesis de las algas en energía. Energía suficiente, me dice, como para alimentar un computador.
Además de los lápices y el papel, Cat me pasó un puñado de semillas envueltas en papel biodegradable. La idea con las semillas, me dijo, es llevármelas, tirarlas por ahí y reforestar todo lo que alcancen a reforestar.
Molino + muralla de algas fotosintéticas
La historia de “Malice in Wasteland” sigue perfectamente los orígenes Solarpunk. Partieron como un colectivo de artistas explorando el cyberpunk como una advertencia, dice Cat, para el futuro. El cyberpunk como una distopía muy posible para el porvenir. Pero el covid-19 y las cuarentenas acortaron las distancias entre presente y futuro, entre realidad y distopía, e hizo que “Malice in Wasteland” escogiera otra dirección.
“Durante el covid, todo era tan extraño y surrealista que yo no quería seguir fomentando un futuro distópico. Sentía que esa distopía ya estaba en marcha, ocurriendo ahora, en tiempo real”, cuenta Cat.
Electric Chesh llegó al Solarpunk tal como Cat. Primero por su interés en el steampunk y todas esas “cosas estilo apocalíptico”, hasta que se hastió de esas narrativas tan apocalípticas y empezó a explorar estéticas y políticas todavía punk, pero que abracen lo eco y la energía renovable como motor principal.
Vestida con un top y una falda completamente metálica, el pelo morado y unos lentes metálicos de cíclope, Cat la describe como la guerrera del carbón (”carbon warrior lady”) de Malice in Wonderland. Electric Chesh, por su parte, describe su personaje como un superhéroe futurístico no binario que ocupa el ula-ula como arma principal.
“Creo que la gente necesita una visión de esperanza. El mundo es literalmente tan sombrío y oscuro en este momento, que necesitamos algo a lo que aferrarnos. Algo que no sea como, ya sabes, cualquier otra puta narrativa de que en el futuro todo va a ser miseria y oscuridad, todo va a ser trágico y la gente va a morir. Sí, eso va a suceder. Pero necesitamos otra opción, aunque sea utópica”, dice Electric Chesh.
Con el covid-19, la decisión del colectivo fue cambiar del cyberpunk al solarpunk, y crear espacios creativos, de aprendizaje y conversación en festivales. Las semillas que le regalan a las personas que se acercan, las mismas que están pintadas en uno de los lienzos, es la metáfora con la que Cat describe la misión de “Malice in Wasteland”. De ellas, dice, crecerán plantas comestibles que nadie podrá detener. Y también –ojalá– crecerán ideas y nuevas prácticas para que las personas integren en sus vidas.
"Comida gratis!"
Además de semillas y computadores que se alimentan de la fotosíntesis de las algas, Cat me cuenta del proyecto “Earthship” en Brighton, al sur de Inglaterra. Es un prototipo de casa que está completamente construida con material reciclado –ruedas de auto, latas y botellas, entre otros–, con paneles solares y sistemas de recolección de agualluvia incorporado, perfilada a 45º hacia el sur para recibir la mayor cantidad de luz solar en el solsticio de invierno, el día más oscuro del año. Es, dice, la casa de sus sueños: además de la auto-suficiencia y la carbono-neutralidad, este prototipo de construcciones no pagan impuestos y tampoco están sujetas a las alzas de precios de energía.
Electric Chesh, por su parte, me cuenta del paseo que hizo para su cumpleaños: un tour a “Rampion Offshore Wind”, una granja eólica mar adentro frente a la costa de Brighton. Es un complejo de 116 turbinas, cada una del porte de las pirámides de Giza –130 metros de altura, aprox.–, que alimenta a 350 mil casas en el sur de Inglaterra.
Es un paseo que todavía le acelera la voz cuando lo cuenta, pero es la contradicción lo que lx mata.
“¿Por qué putas no estamos usando estas tecnologías a gran escala? La manera en que los gobiernos invierten en la industria de combustibles fósiles tiene que cambiar. Tenemos todo lo que necesitamos para cambiar a energías renovables. Continuar minando la Tierra es absolutamente ridículo. El cambio es una decisión política y tecnológica. Y yo realmente creo que el futuro se puede parecer a esto”, dice, y apunta a los lienzos, las instalaciones, quienes la rodean.
https://www.instagram.com/p/Cd0mQpvoW4S/
La Copucha
En buen chileno, “copucha” es sinónimo de chisme, a.k.a un “cahuín”. Aquí van nuestras copuchas favoritas de la semana, web3 y no web3.
Cypherpunk Citadel DAO tradujo “Greenpilled”, el libro de Kevin Owocki, al español.
Encontré una biblioteca de recursos Solarpunk x web3 justo antes de sentarme a escribir este newsletter.
Commons Engine curó un directorio de proyectos que están aplicando la web3 a bienes raíces.
¿Son las criptomonedas los nuevos “diamantes de sangre” de África"?
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Nos vemos en algún lugar,
Claudio 👽